¡Pásame una aspirina!- grita Malvina.
Que no hay, ya te he dicho!! – responde Camila
Y… ¿por qué no compras? - replicó Malvina
Porque lo que tenía guardado en el chanchito te lo chupaste
ayer en la noche – renegó Camila.
¿Ayer en la noche? - Malvina
trataba de recordar qué rayos había sucedido en la fiesta que había organizado la noche anterior. Con algunos
flashbacks de por medio, su mente solo evocaba risas, tragos por aquí y allá, y
nada más. Después de dormir un par de horas en el sofá y tener el vestido en el
cuello, sentía que el tornado Katrina había visitado su sala.
Miles de colillas de cigarro
mentolados debajo del sofá y la mesa, pero nunca en el cenicero. Vasos a medio
terminar de cerveza, un bar que solo tenía una botella de ron abierto y los demás
envases de tequila vacíos, y de whisky también.
Los muebles arañados, con
agujeros por los cigarros y manchas, húmedos por el alcohol. Qué había pasado en
ese departamento. ¿Terremoto acaso? Y lo peor fue que encontró debajo de cojín
un sostén marrón, qué prenda para más particular.
Camila estaba enfada, eventos
como el de anoche ya se estaban volviendo costumbre y ella como siempre debía limpiar
todo el departamento en la mañana, porque Malvina caía como plomo a su cama.
Reponer el bar, sería una
tragedia, concluyo Camila; seguir guardando plata en el chanchito, sería un suicidio,
acertó ella. De humor variable y enemiga del alcohol, sabía que Malvina tenía
un problema con sus amigas las ‘chelitas’.
Tú y tus amigos periodistas que después
de un buen reportaje festejan como si se acabara el mundo, refunfuñó Camila,
mientras barría la sala que estaba llena de chapas de cerveza. Malvina bajó el
vestido, se medió puso los zapatos y camino a su habitación, despidiéndose con
el brazo.
Ambas eran mejores amigas desde
la academia, el mejor lugar para encontrar y conservar amistades. Mientras una
era periodista innata, la otra estaba en duda de serlo o no. Una vez que ingresaron
decidieron mudarse juntas como parte de su nueva vida universitaria e
independiente. Un sueño hecho realidad.
No paso mucho tiempo para que
Malvina se hiciera mejor amiga del OH y menos de Camila, al punto de alejarla
poco a poco de su vida. Camila ya no estaba cómoda, temía por la vida de su
amiga, y a pesar de sentirse frustrada por tanto parrandeo, nuca dejo de
ayudarla.
Después del festejo, unos cuantos
rumores empezaron a correr por las oficinas del diario donde laboraban. Todos
miraban con ojos picaros a Malvina y ella no entendía el por qué.
Sucede que esa noche Malvina no
solo se pasó de tragos sino también de actos. En una foto publicada y etiquetada en el Facebook, se veía a una Malvina bailando en ropa interior marrón. Esperen…
rebobinemos… ¡EL SOSTÉN MARRÓN!
Sí, ella fue la stripper de la
noche. Malvina estaba muerta de la vergüenza, temía por su imagen.
Muy tarde, ya
que gracias a esa foto fue catalogada como ‘la loca chela’. (Como señala la descripción de la foto)
Cuando Camila entro a la oficina,
sintió el ambiente tenso y a una amiga con los hombros encogidos de vergüenza. ¿Qué
sucede aquí? Se preguntaba . ¿Que no sabes? – Gritó un colega – “la loca
chela”, o sea Malvina, nos hizo un baile sensual. Así quien no va a querer
festejar cada reportaje – se rió.
Cállate tarado, anda lávate el……..!
– gritó Camila (ups!! Mejor los puntos suspensivos)
La adicción de su mejor amiga
esta vez le había jugado una pésima pasada de rato, su imagen con el alcohol en la oficina empezó a
causarle problemas. Malvina no tuvo más remedio que aceptar que tenía un
problema: No podía dejar la bendita ‘chela’.
Esta no es una nota para
concientizar a la gente sobre los exceso del beber sino para que no sean tan ‘taradupidos’
de dejarse tomar fotos sabiendo que ahora todos tienen BB’s y Faceebook. No seas we….on pues!!